lunes, 20 de agosto de 2018

DANDO LECCIONES

Que los niños y niñas que conviven y conocen a otros niños/as con discapacidad les da una amplitud de miras sin igual, es algo que no nos cansaremos de decir. Que de ellos depende en gran medida cómo esos futuros adultos con discapacidad sean tratados por ellos, también. 

En alguna ocasión os hemos ido contando como Nacho, pese a ser demasiado pequeño como para entender bien de qué va la discapacidad de su hermano, es consciente de que él es diferente........aunque tampoco sepa muy bien saber porqué. 

Sin embargo sí que tiene claro que es especial, diferente, pero ve esas diferencias como algo normal e inherente a Diego. Unos niños tienen gafas, otros corren muy rápido y Diego no habla y va en su silla. 

Lo conoce, lo acepta y lo ve como algo normal. Es Diego.

Estas vacaciones nos dio una lección de normalidad, inclusión, y todas esas cosas por las que tanto luchamos. Y todo eso con 3 años. 

En la piscina coincidimos con otra familia con 3 niñas, unas mellizas de 7 años y una mas pequeña como de la edad de Nacho. Hemos de confesar que nos habrían pasado totalmente desapercibidas si no hubiera sido por Nacho, que ya el segundo dia de piscina se empeñó en "ir a ver a esa niña". 

Asociación MEF2CEsa niña es Celia. Una rubia de ojos claros, enamorada del agua, bien rodeada de sus hermanas, sus padres y sus abuelos, y con una enfermedad rara: microdeleccion 5q14.3 MEF2C, de la que solo se conocen 60 casos en el mundo. Esta enfermedad afecta al desarrollo psicomotor causando retraso con rasgos del espectro autista y crisis epilépticas. www.asociacionmef2c.com



Para Nacho, Celia es una niña especial, como Diego, como tantos otros/as que vemos cada dia, pero, a diferencia de muchos otros, Nacho no ve sus diferencias, solo ve a Celia. 

Deberiamos tomar ejemplo.






lunes, 13 de agosto de 2018

VUELTA A LA CARGA

Aquí estamos ya de vuelta, con energías renovadas, el contador a 0 de nuevo..............y varias quejas que hacer. 

Ya van varios años que nuestras vacaciones comienzan con un viaje en avión y el paso por dos aeropuertos de tamaños muy diferentes: Asturias y Valencia. 

Ambos cuentan con el servicio de asistencia especial para personas con movilidad reducida de la que os hablamos en varias ocasiones anteriormente (Una asistencia muy especial y El viaje) que usamos de manera puntual al entender que se trata de un recurso con pocos medios, con muchas solicitudes y poco personal. Entendemos que todo aquello que de momento podamos llevar a cabo nosotros con poco esfuerzo (pasar los controles, embarcar, subir a Diego en cuello al avión, etc...) evitaremos ocupar recursos ya de por si justitos. 

Nunca pensamos que el uso de este servicio nos otorgara unos privilegios diferentes al resto de los pasajeros, si acaso, lo que hace es facilitarte y/o adaptarte todos los pasos que se deben pasar en un viaje en avión. 

Es por eso que cuando a nuestra vuelta, ya pasado el mostrador de embarque, en la cola para dirigirnos al avión, nos encontramos con que, como el acceso al avión lo realizaríamos desde la propia pista, debíamos o bien bajar varios tramos de escaleras o usar este ascensor:


Tanto para la chica que teníamos delante de nosotros en la cola, con un niño en una mochilita y la silla en la mano, como para nosotros con dos niños y dos sillas, una de ellas de 20kg, la opción de las escaleras quedaba descartada, esperando usar el ascensor para acceder a la pista. Cuando tras varios minutos esperando nos dimos cuenta de que no funcionaba, le preguntamos al personal el cual nos informó que dicho ascensor funcionaba con una llave exclusiva del servicio de asistencia especial del aeropuerto............ 

Pese a que al final la gente es generosa y varias personas se ofrecieron a ayudarnos a bajar por las escaleras con las sillas, con Diego nos negamos. No sólo necesitabamos que alguien nos ayudara a bajar una silla de 20kg por las escaleras, sino que uno de nosotros debía bajar con Diego en brazos entre un grupo de gente con maletas y ganas de llegar al avión, y contar con otro alma caritativa que se hiciera cargo de Nacho y la otra silla durante toda esta operación. 

Dijimos que no. Y nos plantamos. No sólo por los riesgos que supondría, sino por principios. 

La otra chica uso las escaleras con su bebe en la mochilita y un voluntario llevándole la silla. No le parecía normal, pero entendemos que, cuando solo en muy contadas ocasiones ves tus derechos vulnerados y existe una solución fácil, decidas no plantarte y pelear. Por desgracia, como nosotros ya somos expertos en tener que pelear para que éstos se tengan en cuenta, no dudamos ni un segundo en llevar la contraria a quien haga falta si creemos firmemente que tenemos razón. 

Al final usamos el ascensor gracias a que, por otro servicio, llego un chico del servicio de asistencia especial con la famosa llave, sino............

La reclamacion a AENA ya está hecha, ¿servirá de algo? quién lo sabe.....lo que sí sabemos es que ya es la segunda vez que tenemos algun percance con los ascensores y es que parece que AENA no  los considera parte de los servicios que ofrece a sus viajeros/clientes/usuarios. 

¿Son un privilegio? ¿Son una moneda de cambio en sus tira y afloja con las compañías aéreas? 

Ni idea. 

Lo que sí sabemos es que son una incógnita a descubrir por los pasajeros con movilidad reducida....................una vez llegan a ellos. Buen viaje!!!