No, no es el título de una película, es esa
semana que pasas con Diego ingresado en el hospital y que, aunque dura lo mismo
que las otras, se te hace mucho más larga.
En este tiempo ya hemos asumido que todos los
años tenemos algún periodo de ingreso hospitalario con Diego, y es verdad que raramente
suelen ser prolongados. Hay una especie de duración estándar que es entorno a
una semana, ese tiempo mínimo que parece necesitar Diego para espabilar y
recuperar lo suficiente para volver a casa.
Cuando te pasas una semana en el hospital
toda la rutina diaria que tanto cuesta organizar se desmorona, alguien se tiene
que quedar en el hospital con Diego, pero esto no frena el resto de la vida:
Nacho sigue necesitando a sus padres, sigue yendo al colegio, y papá y mamá
tienen que seguir cumpliendo en el trabajo.
Ya nos hemos hecho unos expertos en estar
casi en dos sitios a la vez, pasar la noche en el hospital, luego correr al
trabajo, por la tarde dar el relevo al que te ha sustituido para que pueda
tomar el aire y luego hacer noche...
Todo esto te complica la vida, pero hemos de
reconocer que, con el paso del tiempo, los ingresos se han hecho más
llevaderos, empezando porque el ser “casi de la casa” hace que el trato y las
relaciones con todos los que trabajan en la planta sean mucho más fáciles y que
el nuevo hospital (no exento de otros problemas) nos ha ayudado bastante. Desde
el cambio hemos conseguido que al acompañante de Diego le den dieta, con lo que
no hace falta bajar a la cafetería para comer, lo que implicaba a otra persona,
y si la ocupación lo permite nos ponen solos en una habitación y nos facilitan
una cama.
Gracias a esto y a que te lo tomas todo de
otra manera, esa semana tannnnnn larga, cada vez parece que lo es un poco
menos.
Hemos de decir que la sensación de vernos de
nuevo los 4 en casa es una de las más agradables que podemos tener en la vida,
porque, aunque con el tiempo te parece que acabar 4 personas en una cama es
incómodo, ese primer día te sabe a gloria......
