Como todos los años llega el invierno y los
padres empezamos a echar de menos el buen tiempo: los mocos, ventolines y
antibióticos se apoderan de la casa.
Nosotros cada año tenemos la esperanza de que
sea mejor que el anterior porque la verdad es que el pasado fue difícil, con
varias neumonías y llegando a tener ingresados a los dos niños al mismo tiempo.
Este año empezó mejor…… respiratoriamente
hablando. Nacho pese a que ya se estrenó con el ventolín en septiembre parece
que va aguantando y Diego cargado de mocos pero sin llegar a mayores.
El problema nos vino por otra parte, lo que
se le descontroló a Diego este año fue la epilepsia, también relacionado con
los mocos, porque el problema era que le molestaban para tragar la medicación y
la escupía, lo que nos llevó hacia algo que evitábamos desde hace un par de
años....LA GASTROSTOMIA.
Este nombre tan feo al final no es para
tanto. Se trata de una sonda que entrando por la barriga llega hasta el estómago y sirve
para introducir tanto alimentos como medicación, se pone en una sencilla
operación de media hora y no requiere grandes cuidados.
Diego ya la tiene desde
mediados de noviembre y, la verdad, estamos encantados con ella, ahora le damos
la medicación sin problemas y como no se la mezclamos con la comida, hasta come mejor.
Tomar la decisión de ponérsela es una de las decisiones mas difíciles que hemos tenido que tomar hasta ahora como padres. Creo que es una barrera mental complicada de asumir y superar porque incide en algo tan básico como la alimentación, y tendemos (erróneamente por supuesto) a sentir que si damos ese paso es que hemos fracasado como padres. Tenemos tan interiorizados nuestros deberes como padres, que nos da la sensación que somos peores por dar el paso y hacerle una gastrostomia.
Y es justo al contrario. No hay nada mas inherente a un padre que el beneficio y bienestar de su hijo. Y si eso se consigue con una sonda en el estomago, pues hay que dejarse aconsejar y tomar la decisión que beneficie al niño, no al adulto.
Para nosotros lo peor de este proceso fue el periodo que permaneció
ingresado que fueron tres semanas complicadas, ya que, aunque por la gastrostomia solo estas 3 o 4 días, antes llevábamos un par de semanas luchando por controlar las crisis epilépticas.
Ademas que ahora con Nacho toda la
organización de la casa se hace un poco más difícil, pero nada que no podamos
superar, una vez más, gracias a las manos amigas de abuelos, tíos y amigos.
Ahora con la sonda puesta y a pleno rendimiento, seguimos
peleándonos con los mocos y esperando ansiosamente el verano.....
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