lunes, 4 de julio de 2016

LA IMPORTANCIA DE PEDIR AYUDA


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Creo que en alguna ocasión hemos contado aquí lo difícil y agotador que fue el primer año y medio de Diego. Es un tiempo de adaptarte a la nueva situación, de recibir un bombardeo de información, no siempre positiva ni alentadora, de empaparte de ese nuevo campo que debes conocer, en definitiva, es un periodo de reajuste. Y no es fácil de llevar a cabo. Ni siquiera cuando, como en nuestro caso, cuentas con una familia extensa que te arropa, te apoya y te sirve de colchón contra el que dejarte caer de vez en cuando.

No recuerdo muy bien el momento en el que decidimos acudir a un psicólogo, creo que fue alrededor del año, y las razones que nos llevaron a tomar esa decisión tampoco las tengo muy claras. Tal vez fue el hecho de que alrededor nos ofrecían esa posibilidad ante el miedo de que su apoyo no fuera suficiente, tal vez porque no perdíamos nada, tal vez porque pensamos que podría ser una ayuda mas, o tal vez una mezcla de todas ellas.

La cuestión es que allá que fuimos…………….4 veces; el numero de sesiones que tardamos en darnos cuenta que, en nuestro caso, no nos servía para nada. La psicóloga a la que acudimos dedicaba la sesión a que hablásemos de cómo nos sentimos con el nacimiento de Diego, como habíamos reorganizado nuestra vida, que sentíamos ahora….cosas que, por lo menos en nuestro caso, ya eran habladas entre nosotros, con nuestros padres e incluso con los profesionales a los que acudía el peque. Ambos decidimos que no nos aportaba nada el tratar de nuevo todo eso ante un profesional que tan solo nos escuchaba y formulaba preguntas, y acordamos dejar de ir.
Queremos dejar claro que no es que la labor de los psicólogos no sea necesaria en casos como el nuestro, sino que para nosotros, en ese momento particular y con el método que usaba esa profesional en particular, no nos aportaba nada. Sin embargo, la psicóloga de la Unidad de Atención Temprana de ASPACE, María, sí que fue un pilar fundamental en esa época, sobre todo para mí que era quien acompañaba a Diego a las terapias, durante las cuales yo me quedaba en mi propia "terapia informal" con ella. Tanto fue así, que con el tiempo se convirtió en una amiga con la que quedar en familia.

Igual que os cuento esto, también os digo que más o menos por aquella época en la que apenas dormíamos y teníamos los nervios a flor de piel, yo sí que necesité acudir a un profesional, en este caso, un psiquiatra que me hizo entender que mis ataques de llanto, mi ansiedad y la losa que parecía que cargaba a todas horas, no eran algo tan extraño dada la situación que atravesábamos y que tomar medicación para contrarrestarlo, era como cuando te tomas un paracetamol para el dolor de cabeza.

Con la perspectiva que te da el tiempo, ahora soy capaz de admitir que acceder a tomar medicación para la ansiedad fue la mejor decisión que podían haberme `animado` a tomar. Me ayudó un montón, notando una mejoría tremenda que me permitió llevar el día a día con más serenidad. Los prejuicios que tenia se esfumaron a los dos días de darme cuenta de que no estaba atontada, me encontraba mucho más animada, disfrutaba mucho mas de Diego y afrontaba las dificultades con mucho mejor ánimo. Volvía a ser yo.

Es por eso que, si en algún momento os sentís así, no dudéis en consultar con un profesional, no os dejéis llevar por los mismos prejuicios que yo.


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