Llega el verano, se acaban las clases y los padres emprendemos una tarea frenética de cuadrar horarios, vacaciones, buscar campamentos, contratar canguros, apuntar a talleres, pedir favores, tirar de abuelos.....y un largo etcétera.
Cuando es tu hijo/a con discapacidad el que se queda de vacaciones las opciones se limitan drásticamente: olvídate de campamentos, nada de canguros que no hayas conocido previamente, nada de talleres, los favores probablemente los hayas agotado hace meses y solamente te quede tirar de los abuelos.
Pero ¿que pasa cuando no hay abuelos? ¿o están lejos? ¿o no pueden echarnos una mano?
Durante las épocas sin cole (verano, navidad y Semana Santa) muchos ayuntamientos ponen en marcha medidas de conciliación familiar como campamentos urbanos, apertura de coles con actividades, etc...
El año pasado Diego estuvo yendo durante semanas alternas en verano al programa del Ayuntamiento de Oviedo de Apertura de Centros Escolares en Verano en el que una serie de colegios abren sus puertas a escolares de entre 3 y 12 años ofreciendo actividades educativas y de ocio, así como servicio de comedor y desayuno durante parte de junio, y los meses de julio y agosto.
Son pocos los/as niños/as con necesidades especiales que hacen uso de este recurso de conciliación, este año 2018 serán 14 de entre los más de 7.000 niños/as que acudirán, y estamos seguros que no será porque tengan una mejor solución para ellos, sino por desconfianza y desconocimiento.
Este programa lo desarrollan empresas de ocio y tiempo libre, cada año la que haya ganado la concesión, a través de personal cualificado al respecto, y en su mayoría bastante joven.
Aquellos monitores que estén a cargo de los niños/as con necesidades especiales deben tener además una titulación específica en educación especial y experiencia con estos niños/as.
Como todo, esto también es muy relativo, porque no tiene el mismo nivel de dependencia ni las mismas necesidades de atención un menor con parálisis cerebral severa que uno con síndrome de down, ni uno con retraso mental leve y otro con deficiencia auditiva o visual.
Qué duda cabe que nunca vamos a tener los mismos miedos ni las mismas dudas los padres de niños/as que a la vuelta sean capaces de contarnos lo que han hecho y cómo lo han pasado, que los qe no tenemos esa posibilidad y debemos tener fe y confiar en haber tomado una buena decisión.
Nosotros no nos arrepentimos de haberlo llevado: el personal nos facilitó mucho el proceso (quiero pensar que nosotros tampoco se lo pusimos difícil), Diego es fácil de llevar y volvía contento para casa. Objetivo cumplido.
Nosotros este año hicimos un viaje de fin de curso con Respira Ocio y Tiempo Libre y gracias a eso conocimos las extraescolares que hacían. ¡Estamos encantados!
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