lunes, 20 de junio de 2016

SERA QUE NOSOTROS SOMOS ASI......

Con las vacaciones a la vuelta de la esquina ya tenemos la vista puesta en los 15d que nos pasaremos en familia en la playa, empezando a hacer listas de cosas, medicaciones y planos que necesitaremos, y se me viene a la cabeza el libro Quieto, de Marius Serra, del que hablamos aquí.  

En él, el autor habla de su experiencia en el día a día como padre de un niño con discapacidad. El libro nos dejò un poco tocados, y no porque nos sorprendiera su dureza, creo que refleja una realidad y llama a las cosas por su nombre, sino porque nos sorprendió la diferente manera de encarar situaciones que nosotros también habíamos vivido (y que seguimos viviendo).

Una de ellas fue cuando cuentan que se va toda la familia de viaje a Venecia, y de repente al niño le da un ataque epiléptico, si no recuerdo mal,  y deben llevarlo al hospital. Hospital que ni sabían dónde se encontraba, ni cómo se llamaba, ni siquiera cómo se podría acceder a él en una ciudad donde casi hay mas canales de agua que carreteras…..

Para nosotros que el primer año que fuimos de vacaciones fuera de Asturias buscamos el hospital más cercano, sacamos del google maps el itinerario, llevamos la carpeta con los últimos informes médicos de Diego, y encima, una vez en el pueblo, nos acercamos al Centro de Salud para plantearles la hipotética situación de que tuviera una crisis y saber que protocolo tienen allí (si debes llamar directamente al 112, si tienen medicación apropiada, si acudir al hospital en vez de allí….)….

Vamos, igualitos que en el libro!!

Otra situación que tuvieron en ese mismo viaje y que también nos llamo mucho la atención, es cuando acuden a comer a un restaurante donde habían reservado mesa con antelación y les ponen problemas al ir el niño en una silla.

Si os lo cuentan así vosotros diríais, qué poca solidaridad, qué sinvergüenzas, qué mala gente….. Y sí, parte de razón tendríais, pero si os digo que no avisaron de que llevaban a una persona en silla, no os parece que el dueño del restaurante estaba un poco legitimado para protestar?  Porque ese tipo de silla ocupa bastante espacio, lo sabemos de primera mano, y no en todos los restaurantes disponen de ese espacio para colocarla sin que moleste a los camareros o a otros clientes.

A nuestro entender, ambos tienen parte de razón,  quizá es que consideramos propio de personas con educación el facilitar el trabajo a los demás, sobre todo cuando no te cuesta nada de trabajo.

Imaginaos a nosotros que ahora vamos con dos niños en silla!! Cómo no vamos a avisar del percal que llevamos con la que armamos al llegar al restaurante colocando a los niños, las sillas, nosotros….. Es un cuadro vernos, la verdad!! Y eso en los cuatro establecimientos que vamos porque sabemos que tenemos sitio para ir con las sillas, que no en todos podemos!!

Creemos que la responsabilidad empieza por uno mismo, sabiendo qué, cómo y dónde puedes ir, sin que por ello estemos hablando de discriminación ni nada parecido.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario