Hace unos días me di cuenta de que me estaba wasapeando con los cuidadores del autobús de Diego a las 3 de la tarde, cuando ellos no entran a trabajar en la ruta hasta más tarde. Recapacitando me di cuenta que no era, ni mucho menos, la primera vez que lo hacía, contactar con terapeutas en domingo, a las 9 de la noche, en sus periodos vacacionales, incluso después de haber dejado de tratar a Diego, siempre con la misma respuesta, caras sonrientes y besos.......y me pregunté
¿qué es lo que hace que una persona ponga a mi disposición su teléfono particular y su tiempo fuera de trabajo?
Eso se llama VOCACIÓN y gracias a Dios nuestro día a día está lleno de personas que la tienen, que les hace llegar más lejos de lo que sus obligaciones laborales les dictan, que se entregan en cuerpo y alma a ayudar a estos pequeños con necesidades especiales, y de paso a sus padres.
Cuantas veces me encuentro por la calle con pediatras que conocen a Diego y lejos de disimular vienen rápidamente a verle y a preocuparse por su estado.
Cuantas veces ponemos algo en el Facebook sobre Diego y sus terapeutas son las primeras en dar al me gusta, demostrando con este y con otros muchos gestos que no solo trabajan con estos niños, sino que se preocupan por ellos de corazón.
Y como muchas veces levantamos la voz para protestar y quejarnos por la falta de medios materiales y personales que sufrimos en los tratamientos de Diego, de igual manera quiero levantarla para dar las gracias a todas estas personas que han elegido ganarse la vida con una vocación en lugar de una profesión y decirles que, aunque no sea mucho, siempre tendrán nuestro más sincero agradecimiento.....
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