Cuando te conviertes en padre inevitablemente empiezas a darle vueltas a cada decisión que tomas respecto a tus hijos, buscando siempre lo mejor para ellos. En ocasiones, a algunos padres se les va un poco la pinza en busca de esa perfección.
Esto pasa en todas las familias en mayor o menor medida, y en la nuestra no iba a ser diferente, tan solo va dirigida a otros objetivos. Si a algunos les parece imprescindible buscar una guardería bilingüe para su bebé o las mejores clases particulares de chino mandarín que su economía domestica pueda soportar, en nuestra casa buscamos terapias que mejoren la movilidad, actividades que ayuden a mejorar su postura o profesionales que trabajen con el la comunicación. Cada uno a lo suyo.....jaja.
Y es que muy pronto aprendimos que entre estimular y estresar hay poco margen de maniobra, y aunque tenemos claro que nuestro objetivo con Diego siempre va a ser intentar lograr que sea lo mas autónomo posible, sea el que sea el punto al que llegue, más de una vez hemos tenido que frenar y hacer un descanso por haber planeado demasiadas cosas para él.
Los que nos conocen saben que no somos demasiado competitivos en nuestra vida diaria, no necesitamos mucho para ser felices, y como le dicen a Jorge "sois pobres hasta para pedir", jajaja, pero yo creo que vivimos mucho mas tranquilos y felices que algunos que basan su vida en ser los mejores, tener lo mejor y hacer a sus hijos destacar en todo. Si algo nos enseñó Diego es a disfrutar del día a día y de esos momentos que en otras circunstancias, posiblemente, te pasarían desapercibidos....
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