lunes, 14 de enero de 2013

AVANZANDO EN NUESTRO CAMINO

Desde que empezamos nuestra andadura con Diego, más de una vez hemos escuchado cómo nos felicitaban por nuestra actitud ante esta situación. Siempre nos preguntamos si es que no nos comportábamos como el resto de los padres a los que les toca vivir algo semejante, ya que pensamos que hacemos lo que haria cualquiera que se encontrara en nuestro lugar.
 
Es cierto que ante un hecho más o menos traumático, toda persona pasa por una serie de estados, los cuales irá superando en función de cómo los afronte, de los apoyos que tenga en su entorno e incluso del tiempo de que disponga para interiorizarlos.
 
Por ejemplo. El primer estado ante el que te encuentras es la negación. En nuestro caso, este periodo nos duró muy poco tiempo, más que nada porque la situación no nos permitió sentarnos a lamentarnos, sino que la realidad y la necesidad de luchar por Diego eclipsó todo lo demás.
 
Tras esto, llega la ira. Más de lo mismo, ya que las necesidades de Diego nos hicieron casi saltar directos a la negociación. No es que no nos cabreáramos. Lo hicimos, y mucho. Pero nos dimos cuenta de que no era productivo, y no nos podiamos permitir perder tiempo que ya de mano no teníamos. Sin embargo, no creáis que la ira desaparece sin más por el simple hecho de desearlo, porque casi dos años después, de vez en cuando todavia aflora de la forma más traicionera.
 
Creo que el estado en el que nos mantuvimos más tiempo fue en la negociación. Negociamos con los médicos, con Dios, con Diego, y sobre todo, con nosotros mismos. El objetivo variaba según iban pasando los dias: en un principio nos conformábamos con que se mantuviera con vida, y a medida que Diego fue consiguiendo más cosas, nosotros ibamos ampliando las peticiones.
 
Durante el mes que duró el ingreso en neonatos, esta fase se entremezclaba con la siguiente, la depresión. Ese mes rezamos y lloramos más que en toda una vida. La depresión, como la ira, asoma la cabeza cuando menos te lo esperas, a pesar del tiempo que ha pasado. Por experiencia propia os aseguramos, que ese puede ser el mejor momento para acudir a un profesional que, con medicación o sin ella, nos ayude a digerir la situación.
 
Y por fin llegas a la aceptación. Plantas los pies en el suelo y dices: vale, ¿esto es lo que hay? pues adelante con ello..... Es el momento de la comunicación, de los acuerdos, de ser flexible, de apoyarse en los que te rodean y aunar esfuerzos. Esto no está exento de dificultades, ya que la situación es una máquina de generar tensiones, tanto con la pareja como con los que te rodean, pero con ganas y teniendo presente siempre el objetivo fijado desde el principio será más facil de llevar.
 
Fijarse una meta, tener una misión que cumplir es el mejor estímulo para avanzar.
 
¿Y qué mejor estímulo que tu propio hijo?
 
 
 
 
 
 

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