Cada cambio de silla supone un reajuste en cuanto a movilidad (diferente peso, diferente maniobravilidad...), posicionamiento (reajuste de asiento, de sistemas de sujeción...) y por supuesto de complementos (saco, burbuja de lluvia...).
Cuando cambiamos la silla de Diego tuvimos varios de estos problemas, de alguno ya os hemos hablado por aquí, pero del que no os habíamos hablado es del que nos surgió con el plástico o burbuja de lluvia.
Para empezar esta silla no tiene plástico ni de serie ni como opción. Esto es así porque por lo general estos plásticos vienen junto a las capotas de las sillas, en un pack, y determinados modelos de silla se consideran "de mayor" por lo que, o bien ni tienen la posibilidad de acoplar una capota, o bien tan sólo disponen de capota pero no de plástico. La nuestra es de estas últimas. Las mentes pensantes que diseñan estas sillas (y que han tenido poco contacto con este colectivo me parece...) consideran que a partir de 8/10 años, que suele ser el momento en el que tenemos que cambiar la silla porque nos queda pequeña, el sol, el viento y la lluvia ya no son una molestia....porque ya son mayores. Ponles una gorra si hace sol, un gorro si hace viento y una capa tipo poncho si llueve ¡¡y listo!!.
En un principio nos estábamos apañando con el de la silla antigua, pero ese plástico, además de quedar un poco pequeño, ya no aguanto más. Y asi empieza la dificil tarea de buscar un sustituto adecuado; Todos los que se vendian para las sillas de paseo eran pequeños, incluso lo de las sillas gemerales (tambien probamos). En la ortopedia nos podían conseguir alguno, pero además de caro no se adaptaba del todo a nuestra silla.
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