Este fin de semana se nos ha ido un compañero de Diego.
Un luchador de los grandes que deja un tremendo vacio que no creo que vayamos a conseguir rellenar.
Y es que cada vez que se nos va uno de estos guerreros, un pequeño trozo de nosotros se va con él y nunca vuelve.
Hace que nos demos de bruces con una realidad que normalmente intentamos no ver, que es la fragilidad de nuestros campeones, esa realidad que normalmente pasas por alto en el día a día porque no podrías vivir pensando en ello.
En momentos como estos es cuando la Fe en que otra vida existe es la única ayuda para soportar este dolor. En este caso tenemos claro que algo tiene que haber, porque estos ángeles que han pasado por este mundo haciendo solo el bien y enseñándonos tanto de la vida tienen que tener su propio espacio reservado donde disfrutar del premio por tanto esfuerzo.
Vete Gonzalo a tu destino y sigue desde allí enviando fuerzas para seguir adelante a tus padres, a tu familia, a tus compis y a todos los que te conocimos.
Todos te echaremos muchísimo de menos.
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